No tienes que ser perfecto, puedes ser bueno

No tienes que ser perfecto, puedes ser bueno

La vida es estresante. Tenemos que mantenernos al día con el trabajo, la escuela, los amigos y la familia, sin mencionar lavar los platos, limpiar la casa y cocinar. Todos los días, nos enfrentamos a tanta presión de influencias externas, particularmente de los medios, para ser perfectos que a menudo parece que no estamos a la altura. Nos permitimos creer que si logramos cierto aspecto o cierto estilo de vida, de alguna manera seremos más felices, más aceptados por los amigos y más amados por los demás.

Si eres como yo, no te pareces a la modelo de la revista. O tal vez te sientes menos que perfecto porque no obtuviste la mejor calificación en la clase; tu vecino tiene un auto más nuevo que tú; tu mejor amigo acaba de conseguir un trabajo increíble, o todos los que te rodean se están comprometiendo y formando familias.

Estoy aquí para decirte que la perfección no importa. No siempre podrás ponerte tus jeans favoritos, conseguir el trabajo de tus sueños, encontrar el amor de tu vida a una edad temprana o tener la calificación más alta. Y todo eso está bien. A veces, está bien ser bueno.

Estrés, ansiedad y ser perfecto

Cumplir con las expectativas de ser perfecto es casi imposible. Tratar de estar a la altura de la versión perfecta que usted o alguien más ha creado puede hacer que se sienta más estresado, deprimido y listo para tirar la toalla. Nadie quiere sentir que no es suficiente. Nadie quiere sentirse como un fracaso. Este tipo de estrés y ansiedad se abre paso en otras áreas de su vida y puede manifestarse como discusiones con sus seres queridos, lágrimas inesperadas e infelicidad general. Cuando te sientes así, está bien admitirlo. Reconócelo, pero recuerda que estos problemas están enraizados en tu búsqueda por ser perfecto.

Aceptar tu imperfección

Como se mencionó anteriormente, nuestras vidas ya son estresantes con largas horas en la oficina, no dormir lo suficiente la noche anterior, facturas que pagar y tareas domésticas. Estos problemas se multiplican cuando también te enfrentas a expectativas imposibles de cumplir. Deja de esforzarte hasta el punto de agotarte porque te preocupa lo que puedan pensar los demás. No eres perfecto, y no tienes que serlo.

El siguiente paso es aceptar tu imperfección. Respira hondo, relájate y comienza a concentrarte en lo que es bueno en tu vida. Ser bueno es suficiente; no te preocupes por ser algo más que eso. Como dijo Maya Angelou: “Tú solo eres suficiente. No tienes nada que demostrarle a nadie”.[1]

Perfecto no te hará más feliz

Deja de buscar la perfección en lo que no tienes. Ponerte esos jeans, conducir un auto nuevo, conseguir un ascenso… Estas cosas no te harán más feliz. ¿Por qué? Porque una vez que los tengas, querrás más. Siempre habrá algo más en tu vida que no sea del todo perfecto. Algo más en lo que trabajar o mejorar. Lograr estas expectativas sociales no es evidencia de su autoestima.

Criticarse a sí mismo con menos frecuencia

De nuevo, no tienes que ser perfecto. Ser bueno, ser tú mismo y aceptar la versión no perfecta de ti mismo es suficiente. Critícate con menos frecuencia y deja de comparar tu vida con la de los demás. Para hacer esto, intente pensar en lo que en su vida lo hace feliz ahora. Cada mañana, piensa en algo bueno del día anterior.

No renuncies a tu lucha por ser mejor, pero renuncia a la idea de que de alguna manera deberías ser perfecto. Sé realista en las metas que te propongas. Recuerda, nadie es perfecto. Ama eso de ti. Es lo que te hace único del resto del mundo.