12 características comunes de las personas que aman viajar
Última actualización el 22 de noviembre de 2021
12 características comunes de las personas que aman viajar
Si eres como yo, te encanta viajar. Es una parte de lo que eres. Y cuando te pregunten por qué viajas amigos, familiares o completos desconocidos, enumerarás un sinfín de razones:
- Te encanta conocer gente nueva.
- Te encanta experimentar cosas nuevas.
- Te encanta conocer lugares nuevos.
- Te encanta probar nuevos alimentos.
- Te encanta la aventura y la espontaneidad que trae el viaje.
- Disfrutas salir de tu zona de confort
- Disfrutas del crecimiento personal que ocurre dentro de ti a través de la culminación de todo lo que experimentas y de las personas que conoces.
Quiero referirme específicamente a este último punto: el crecimiento personal y la transformación que ocurre en el interior porque esto puede ser difícil de expresar, a menos que realmente lo pienses seriamente. Sé que luché para expresar esto con palabras cuando regresé de viajar solo durante más de un año. Había experimentado un cambio masivo personalmente. Pero, ¿cómo se veía esto exactamente en el papel?
Analicemos 12 características comunes de las personas que aman viajar. Tenga en cuenta que muchos de estos son rasgos aprendidos que se refinan cuanto más se viaja. Y si eres un aspirante a viajero, el mejor consejo que puedo darte es dar el paso. Viajar te cambiará para bien. Sin duda.
1. Somos aventureros
Viajar la mayoría de las veces implica aventurarse en lo desconocido. Implica viajar a un lugar nuevo, conocer gente nueva y participar en nuevas experiencias. Como viajeros, naturalmente tenemos un espíritu aventurero. Es parte de lo que somos, y cuanto más viajamos, más alimentamos este espíritu. La aventura es nuestra normalidad.
2. Somos empáticos
Tenemos un fuerte sentido de la empatía. Esta es la culminación de nuestras diversas experiencias, las diversas culturas que encontramos y la diversidad de las personas que conocemos. Podemos encontrarnos con una pobreza inmensa en ciertos países. Compartiremos historias con extraños al azar. Trabajaremos en trabajos aleatorios, desde ser un cantinero, hasta un limpiador e incluso un mesero.
Hemos vivido momentos difíciles, como quedarnos varados o que nos robaran las maletas. Todas estas experiencias y encuentros nos permiten aceptar y apreciar las diferencias entre las personas. Nos permiten ver el mundo de manera diferente y ver las cosas a través del punto de vista de otra persona.
3. Estamos dispuestos a aprender; somos curiosos
A medida que nos movemos de un lugar a otro y conocemos gente nueva, nos encontramos continuamente aprendiendo cosas nuevas (ya sea por elección o no). Nos volvemos intensamente curiosos por todo y estamos ansiosos por aprender cosas nuevas, ya sean costumbres culturales o una nueva habilidad.
4. Damos la bienvenida al cambio; Es un modo de vida
Cuando viajamos, la única constante es el cambio. Nos encontramos rodeados de nuevas personas y nuevos lugares con regularidad. Con el tiempo, aprendemos a aceptar esos cambios. Aprendemos a esperarlos. Cuando conocemos a una nueva persona, somos conscientes del hecho de que esa persona tiene en mente su propio itinerario de viaje y probablemente no estará presente para siempre. El cambio se convierte en una forma de vida.
5. Tenemos mayor autoconciencia
La autoconciencia se refiere a nuestro conocimiento y conciencia de nuestra propia personalidad y carácter. También nos permite entendernos mejor a nosotros mismos y cómo te perciben los demás. Es el primer paso en el desarrollo de su EQ y está formado por nuestras experiencias. Como viajeros, nos basamos en un espectro diverso de experiencias relacionadas con personas y culturas. Al viajar con frecuencia y reflexionar sobre esas experiencias, desarrollamos una mayor conciencia de nosotros mismos.
6. Tenemos mayor autoestima
Mientras viajamos, nos encontramos continuamente empujándonos fuera de nuestras zonas de confort. Hablamos con extraños al azar. Conocemos gente nueva en los albergues. Creamos planes de viaje sobre la marcha. Superamos desafíos como tener que lidiar con el robo de dinero (esto me pasó a mí; mi cuenta se limpió por completo en Nueva Zelanda). Todo esto mejora nuestra confianza en nuestras propias capacidades; para superar cualquier desafío que se presente en nuestro camino. Viajar desarrolla nuestra autoestima.
7. Nos conocemos mejor
Esto puede parecer un cliché, pero es cierto. Viajar nos enseña sobre nuestras fortalezas, nuestras debilidades, lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Nos enseña sobre nuestra personalidad.
Por ejemplo, durante mis viajes, pasé tiempo viviendo y trabajando en una granja lechera (muy remota) y también viviendo y trabajando en una ciudad, donde vivía con 16 personas en una casa. Disfruté de ambas experiencias, pero en algún momento anhelaba una mayor interacción humana (cuando trabajaba en la granja lechera) o más «tiempo para mí» (mientras trabajaba en la ciudad). Soy introvertida y extrovertida. ¿Qué has aprendido de ti mismo viajando?
8. Somos más observadores
Puede que no parezca obvio que nosotros, como viajeros, seamos observadores. Después de todo, hay tanto que debemos asimilar a medida que nos movemos de un lugar a otro. ¿Seguramente nuestros cerebros filtrarán mucha información para evitar la sobrecarga de información?
Si lo piensas bien, es precisamente por eso que somos más observadores. Nos hemos acostumbrado a absorber mucho. Una sobrecarga sensorial si quieres. de lugares de interés Lugares. Personas. Nuestros cerebros están bien acostumbrados a absorber mucho más y, como resultado, filtramos menos. Nos hemos entrenado para observar más. Y además, tenemos muchas menos distracciones como teléfonos móviles y portátiles.
9. Somos más agradecidos
La gratitud es la base o fundamento a partir del cual crece el aprecio. Cuando viajamos, a menudo nos exponemos a otras personas que viven en una pobreza inmensa. Estamos expuestos a formas de vida que parecen moralmente incorrectas. Esto nos hace más agradecidos por lo que tenemos. Por poder tener comida. Para poder permitirse el lujo de viajar en primer lugar. Es fácil de olvidar.
10. Somos más agradecidos
A partir de nuestros sentimientos de gratitud, desarrollamos una mayor apreciación. Encontramos belleza en aquellas cosas que antes dábamos por sentadas. Aceptamos que ese plato de comida que tenemos nos está dando la nutrición necesaria. Reconocemos su valor. Estamos más que agradecidos por esos zapatos para caminar, apreciamos el valor que brindan para apoyar nuestros pies caminata tras caminata. Agradecemos a nuestra familia y amigos en casa. Nuestro aprecio es mayor.
11. Somos muy independientes
Cuando estaba de viaje y aterricé en Nueva Zelanda no tenía mucho dinero, pero lo hice funcionar y me organicé el alojamiento y el trabajo.
Cuando viajamos, nos damos cuenta de que solo somos nosotros y el gran mundo. Somos responsables de cada paso y acción que tomamos. Donde vamos. Los lugares que vemos. Las personas con las que interactuamos. Aprendemos a lidiar con cualquier desafío que se nos presente, ya sea tramitar visas, reservar alojamiento o incluso organizar un trabajo.
12. Nos adaptamos bien
Viajar por naturaleza requiere que nos adaptemos continuamente; a nuevos entornos, experiencias y personas. Viajar a un nuevo país donde hay diferentes comidas, idiomas y formas de vida requiere que adaptemos nuestras dietas, aprendamos algo del idioma local y funcionemos dentro de las nuevas leyes. Hay cambios constantes y necesitamos adaptarnos constantemente. Úselo en su CV cuando solicite un trabajo, donde alguien se muestra escéptico acerca de su capacidad para adaptarse a una nueva posición.